Dos de la mañana.
El cielo está totalmente descubierto, en lo alto las estrellas me guían, no se escucha nada, salvo algún gato maullando. Sigilosamente entro por la ventana de una habitación. La luz de la luna pasa a través de la ventana, dejando al descubierto un cuerpo masculino y corpulento que me incita a hacer grandes locuras. Me meto dentro de su cama, comienzo a besarle el cuello, y a suspirar cerca de su oído, se despierta y me deslumbra con sus ojos brillantes y su sonrisa de Amelie. Me acerco cada vez más y saqueo su única prenda de vestir, atraco sus labios con rabia, y comienza la adrenalina, persecuciones entre las sabanas, y lo he conseguido, te he robado un increíble orgasmo, sin que me puedas atrapar.
Un único agravamiento; El desaliento.
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