jueves, 6 de octubre de 2011

Lo que llega al alma.


En el tejado de aquella casa, cuando el sol se pone, ella deslizas su mano por las cuerdas de aquella guitarra, convirtiendo amor en melodía, su voz, serena y dulce, sigue el sonido ligero de las cuerdas, mientras en la otra parte de la ciudad, en el gran teatro,  no dejan los ánimos atrás, los actores se miran mientras hacen juegos expresivos, no sé cómo hay gente que consigue llorar, sin sentimientos de por medio, me encantaría ser como ellos, sin duda.  Anochece, las luces de la ciudad alumbrar la avenida, el olor del mar se cuela en cada uno de los poros de la gente que corre, sienten esa brisa marina en sus caras, liberados, se sienten liberados. Mientras en un lugar remoto, en una esquina, esta él, con su sonrisa que me cautiva y el resto de sus amigos, inhalando felicidad, esa felicidad, que a cualquier ser humano le apetecería tener. Una casa alejada en la que un hombre mayor, con barba y con ochenta años más que yo, mira con su lupa las mariposas disecadas, malvado, pero, tranquilo y solo. No obstante, yo prefiero dar vida a mi cuerpo, hacerlo disfrutar y que sonría por sí mismo, que derroche felicidad, nobleza y elegancia, cumplir sueños mientras escucho la música.

No importa lo que hagas a lo largo de tu vida, que tipo de sueños quieras lograr, lo que dirán , ni a donde quieras llegar, tan solo tiene que importarte si eres feliz, y si estas viviendo de verdad.

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