Como en cualquier batalla de fieras, siempre hay un desafortunado que acaba mal herido, destrozado y humillado, esta vez no ha sido diferente, una leona y un único premio; su propia felicidad. Una lucha llena de emociones, y de pocos espectadores, de sonrisas tontas y cosquillas en el vientre . ¿Que los animales no sienten? Se equivocan. Es una lucha reñida, pero ella se mantiene, la leona se levanta cada vez que cae, y sigue luchando por lo que quiere, su objetivo, tiene todo su cuerpo rasgado y sin embargo se sigue levantando, sabe que luchando es la única manera de conseguir lo que de verdad quiere, pero su contrincante cada vez le hace sentir más vulnerable, más pequeña e inofensiva, utiliza su sonrisa , su mirada y los propios rugidos como armas para controlarla, y lo consigue…De un momento para otro clava sus zarpas, y la leona cae de un golpe al suelo, a su mente le viene un pequeño resquicio de optimismo....
"Sé que soy valiente, sé que arriesgue” .
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